Inflamación celular y EII

Inflamación celular y EII

Cuando lo invisible también importa

Cuando hablamos de enfermedad inflamatoria intestinal, solemos pensar en síntomas como dolor abdominal, diarrea o cansancio. Pero pocas veces se menciona lo que ocurre a nivel más profundo: la Inflamación celular y EII van de la mano desde el inicio del proceso, aunque no siempre lo notemos. Esta inflamación no solo afecta al intestino, también altera el funcionamiento de las células que forman nuestros tejidos. Acelerando el envejecimiento interno y reduciendo la capacidad del cuerpo para defenderse y repararse.

Con cada brote, con cada fase activa de la enfermedad, se genera un estado de alarma constante en el organismo. Siendo ahí donde la Inflamación celular y EII empiezan a tener consecuencias que van más allá de lo digestivo.

Lo que no se ve también influye: el daño microscópico acumulado en las células puede explicar por qué a veces nos sentimos más agotados. Por ello envejecemos antes o tardamos más en recuperarnos, incluso cuando los síntomas visibles ya han desaparecido.

Por eso es tan importante mirar más allá del intestino y entender qué ocurre en el resto del cuerpo. Porque la inflInflamación celular y EII son como dos caras de la misma moneda, y aprender a reducir una puede ayudarte a manejar mejor la otra.

¿Qué son los telómeros y cuál es su función?

Dentro de cada célula de tu cuerpo se encuentra el ADN, una especie de manual de instrucciones que permite que tus órganos funcionen correctamente. Resultando de ese ADN hay unas estructuras llamadas telómeros, que funcionan como protectores invisibles.

Podemos imaginar los telómeros como el plastiquito que cubre la punta de los cordones de los zapatos. Su función es evitar que el material genético se deshilache o se deteriore cuando la célula se divide. Algo que ocurre de forma natural a lo largo de toda nuestra vida.

Cada vez que una célula se divide, los telómeros se acortan un poco. Esto es parte del envejecimiento normal, hay factores que aceleran ese proceso y lo vuelven perjudicial. Especialmente en personas con enfermedades inflamatorias crónicas.

Aquí es donde la Inflamación celular y EII entran en juego, ya que en presencia de inflamación constante. Como ocurre en la EII, los telómeros se acortan más rápido, lo que acelera el desgaste celular y disminuye la capacidad del cuerpo para repararse.

Cuando los telómeros se vuelven demasiado cortos, las células pierden su capacidad para dividirse de forma segura. Envejeciendo antes de tiempo o incluso mueren, generando un impacto silencioso pero profundo en la salud general.

Por eso se dice que los telómeros son como un reloj biológico. Cuanto más rápido se acortan, más rápido envejecen las células. Y en el contexto de la Inflamación celular y EII, ese envejecimiento puede empeorar la evolución de los síntomas y dificultar la recuperación entre brotes.

¿Qué es la inflamación celular?

La inflamación celular es un tipo de inflamación que ocurre dentro del propio tejido. Esto ocurre a nivel microscópico, sin necesidad de que haya dolor o síntomas visibles, y se da cuando las células están expuestas de forma constante a estrés, toxinas, mala alimentación o infecciones crónicas.

A diferencia de una inflamación puntual —como la fiebre o una herida que se hincha—. Este tipo de inflamación es más sutil pero sostenida en el tiempo, y es precisamente eso lo que la convierte en un problema silencioso y difícil de detectar.

En personas con enfermedad inflamatoria intestinal, esta inflamación celular se activa una y otra vez. Como si el cuerpo no supiera apagar su sistema de defensa. Esto crea un entorno hostil dentro del organismo donde los tejidos se deterioran más rápido de lo que se reparan.

Aquí es donde la Inflamación celular y EII se refuerzan mutuamente. La inflamación del intestino genera estrés en las células, y ese estrés acelera el daño celular. Manteniendo activo el proceso inflamatorio incluso cuando los síntomas digestivos parecen estar bajo control.

Este círculo vicioso hace que el cuerpo entre en un estado de alerta permanente. Siendo no solo afectado al intestino, sino también al sistema inmunológico, al sistema nervioso y al equilibrio general del organismo.

Por eso, aunque no se vea en una analítica convencional ni dé molestias evidentes, la Inflamación celular y EII deben entenderse como un binomio inseparable, donde cuidar una parte ayuda directamente a mejorar la otra.

Relación entre inflamación celular y EII

La enfermedad inflamatoria intestinal, como su nombre indica, implica una inflamación continua del tracto digestivo, pero esta inflamación no se limita solo a la mucosa intestinal, sino que desencadena una cascada de señales que afectan a todo el cuerpo, empezando por las células.

Cuando el intestino está inflamado de forma crónica, como ocurre en la EII, el sistema inmunológico permanece en estado de alerta constante, lo que genera una sobrecarga para las células del sistema digestivo, pero también para las del hígado, el cerebro, los músculos y muchos otros tejidos.

Esta sobrecarga mantiene activa la Inflamación celular y EII en un círculo vicioso: el intestino daña a las células, y el daño celular prolonga la inflamación del intestino, dificultando la recuperación y favoreciendo recaídas.

Además, esa inflamación interna no siempre se refleja en un brote visible: incluso en períodos de aparente remisión, muchas personas con EII siguen teniendo inflamación celular activa, lo que explica por qué pueden seguir sintiendo fatiga, niebla mental o dolores musculares sin causa aparente.

Cuanto más tiempo se mantiene esta inflamación, más se alteran funciones clave como la absorción de nutrientes, la regulación hormonal o el equilibrio del sistema nervioso autónomo, todo lo cual puede empeorar indirectamente los síntomas intestinales.

Por eso, cuando abordamos el tratamiento o la prevención de brotes, no basta con mirar solo el colon o el intestino delgado: es esencial entender que la Inflamación celular y EII están profundamente conectadas, y que reducir una es una forma efectiva de aliviar la otra.

Telómeros y EII: ¿cómo se ven afectados?

Los telómeros, como vimos antes, actúan como una especie de escudo protector para el ADN, pero ese escudo no es infinito: se desgasta con el tiempo, y aún más rápido cuando hay inflamación persistente.

En personas con enfermedad inflamatoria intestinal, la inflamación no solo daña los tejidos del intestino, también acelera el desgaste celular, y una de las formas más claras de medir ese daño es observando el acortamiento de los telómeros.

Varios estudios han mostrado que los pacientes con EII tienen telómeros más cortos que personas sanas de la misma edad, lo que sugiere que su cuerpo está experimentando un envejecimiento celular más rápido, incluso aunque se vean jóvenes por fuera.

Esto no es solo un dato curioso: cuando los telómeros se acortan demasiado, las células pierden su capacidad de dividirse bien, se vuelven menos eficientes y más propensas a morir, lo que reduce la capacidad del cuerpo para regenerarse y responder frente a nuevos daños.

Por tanto, la Inflamación celular y EII no solo influyen en lo que sientes día a día, sino también en lo que ocurre a nivel profundo, afectando tu capacidad para recuperarte entre brotes o responder al tratamiento.

Cuando los telómeros están deteriorados, todo el sistema se vuelve más vulnerable, lo que puede traducirse en más cansancio, menor respuesta inmunológica, peor absorción de nutrientes o incluso mayor riesgo de complicaciones a largo plazo.

Por eso, proteger los telómeros no es solo una cuestión de longevidad, sino también de calidad de vida en el presente, especialmente cuando hay una relación directa entre Inflamación celular y EII.

¿Puede la inflamación celular influir en el origen de la EII?

Aunque no existe una única causa clara para la enfermedad inflamatoria intestinal, cada vez hay más evidencia de que la inflamación celular crónica podría ser uno de los factores que la desencadenan en personas genéticamente predispuestas.

Antes de que aparezcan los primeros síntomas digestivos, el cuerpo ya puede estar lidiando con años de estrés celular, provocado por factores como el mal descanso, una dieta desequilibrada, infecciones recurrentes, el uso prolongado de antibióticos o incluso un entorno emocional hostil.

Esta inflamación silenciosa afecta al sistema inmune, lo confunde y lo vuelve más propenso a reaccionar de forma exagerada, algo que caracteriza precisamente a la Inflamación celular y EII, ya que ambas implican una respuesta inmunitaria descontrolada que termina dañando al propio cuerpo.

No se trata solo de que el intestino “se inflame”, sino de que esa inflamación puede ser el resultado de un terreno biológico que ya estaba alterado antes, donde las células llevaban tiempo funcionando mal y acumulando daño.

Es decir, la EII no aparece de un día para otro; muchas veces, lo que vemos como “inicio de la enfermedad” es simplemente la consecuencia final de una inflamación celular que ya llevaba tiempo desgastando al organismo sin dar señales claras.

Por eso, cuidar los hábitos desde etapas tempranas no solo es útil para prevenir brotes, sino que puede influir en la aparición misma de la enfermedad, especialmente si entendemos que la Inflamación celular y EII no son dos procesos separados, sino parte de la misma historia biológica.

Cómo reducir la inflamación celular si tienes EII

Aunque no siempre se pueda evitar un brote, sí puedes reducir el terreno inflamatorio que lo alimenta, y una de las mejores formas de hacerlo es cuidando los factores que más afectan a tus células.

Reducir la Inflamación celular y EII empieza por el descanso: dormir mal activa las mismas rutas inflamatorias que afectan al intestino, y un sueño profundo y suficiente permite a las células repararse mejor cada noche.

La alimentación también es clave, y aquí no hablamos de una dieta perfecta, sino de evitar los alimentos que más te irritan, elegir preparaciones simples y nutritivas, y priorizar aquellos ingredientes que han demostrado tener un efecto antiinflamatorio, como el omega-3, la cúrcuma, los pescados blancos, los caldos caseros y los alimentos ricos en triptófano.

El ejercicio moderado y adaptado es otro gran aliado: no hace falta matarse en el gimnasio, basta con caminar a buen ritmo, hacer ejercicios de fuerza controlados o estiramientos diarios que activen la circulación sin agotar al sistema.

Además, el estrés emocional sostenido es uno de los grandes aceleradores del daño celular, por eso, incluir prácticas de regulación como la meditación, la respiración consciente o simplemente tomarte en serio tus pausas puede marcar una gran diferencia en cómo tu cuerpo gestiona la Inflamación celular y EII.

También hay suplementos que pueden ayudarte, siempre que estén bien indicados: la melatonina mejora el descanso y tiene efecto antioxidante, el omega-3 modula la respuesta inmune, y algunos adaptógenos como la ashwagandha ayudan a reducir la sobrecarga del eje hormonal.

No se trata de hacer todo perfecto, sino de sostener pequeñas decisiones que, acumuladas, reducen el desgaste interno. Porque si la EII es un fuego difícil de apagar, al menos puedes dejar de echarle leña desde dentro, y eso comienza por cuidar la Inflamación celular y EII desde lo que haces cada día.

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alimentos que inflaman en la EII

Conclusión – Cuidar tus células también es cuidar tu intestino

La enfermedad inflamatoria intestinal no empieza ni termina solo en el intestino. Lo que ocurre a nivel celular también importa, aunque no se vea ni se note de forma inmediata.

A lo largo de este artículo hemos visto cómo la inflamación celular y enfermedad inflamatoria intestinal están profundamente conectadas, y cómo ese daño silencioso puede explicar parte del cansancio, los brotes recurrentes o la dificultad para recuperarte del todo, incluso cuando el intestino parece estar más tranquilo.

Tus células sienten lo que vives. Sufren cuando no duermes bien, cuando comes con prisa, cuando vives bajo presión o cuando ignoras lo que tu cuerpo te dice. Pero también agradecen cada gesto de autocuidado, cada comida bien elegida, cada día que decides tratarte con más paciencia y compasión.

Reducir la inflamación celular y enfermedad inflamatoria intestinal no es solo un objetivo clínico, es una manera de recuperar el control sobre lo que sí está en tus manos, aunque el diagnóstico no lo esté.

Recuerda que no se trata de buscar perfección, sino de construir protección. Y proteger tu salud intestinal empieza por cuidar lo que está detrás de todo: tus células.

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